La guerra de 2012

La guerra de 2012 es una pieza de ficción serializada que se publica dos veces a la semana, los lunes y jueves. Se empieza leyendo las entradas más antiguas, es decir, por las entradas que están más abajo.

Entre el 24 de noviembre de 2009 y el 19 de febrero de 2010 se publicó la Primera Parte de la novela.

A partir del 4 de marzo de 2010 se publicó la Tercera Parte y la novela acabó el 20 de mayo de 2010 .

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Ahora que acabó la novela, cuál es tu personaje favorito?

viernes, 1 de enero de 2010

XII. Improvisación



“En mi concepto, la causa principal del gran desastre (…) está en que la mayoría del Perú la forma una raza abyecta y degradada (…). El indio no tiene el sentimiento de la patria; es enemigo nato del blanco y del hombre de la costa y, señor por señor, tanto le da ser chileno como turco.”

-Ricardo Palma, 8 de febrero de 1881.

Se podría argüir convincentemente que la foto tomada aquel día tuvo un efecto mayor que toda la propaganda estatal y militar emitida por las instituciones oficiales peruanas en todo el transcurso de la guerra. Empezó a circular en forwards, foros, la blogósfera e incluso en YouTube (con fondo musical). Para el día siguiente, había empezado a aparecer en los portales web de diarios serios, y dos días después, en las portadas de sus ediciones impresas. Capturó la imaginación de los peruanos, especialmente la de los habitantes de la sierra. Las circunstancias exactas en que fue tomada, fueron viendo la luz después.

El Sargento Pedro Páucar estudió cuidadosamente el contorno del terreno aledaño a la pista. Solo a regañadientes había aceptado salir de la ciudad bajo la cobertura de la noche el día anterior, escabulléndose a través de las posiciones chilenas. Pero confiaba en Trelles, la única persona que lo había ayudado en Lima, allá por 1993. Si él le decía que su comité de autodefensa, rebautizado como 1er pelotón auxiliar EP, sería de más utilidad operando detrás de las líneas chilenas, tendría que ser verdad. Pero si él y sus muchachos hubieran tenido la posibilidad de elegir, habrían escogido quedarse a defender las barricadas urbanas que habían visto en Tacna.

Don Pedro, este lugar está bueno. Acá lo ponemos. El sargento no asintió y buscó la mirada de su lugarteniente, el cabo Malqui. Don Pedro, Filomeno tiene razón. Este es un lugar como dijo el teniente que había que escoger. Volvió a estudiar el terreno. En efecto, había una roca grande al costado de la pista detrás de la cual podrían colocar el artefacto. Y más atrás, una elevación donde su pelotón podría tomar cubierta y alistarse para cualquier eventualidad. Finalmente, la pista asentada tenía una curva en este lugar. Era una ubicación ideal. Cabo, proceda a hacer colocármelo el dispositivo y que después el pelotón ubíquemelo detrás de ahí.

El resto del pelotón mantenía una rigurosa observación a los alrededores mientras Filomeno cuidadosamente ubicaba el dispositivo detrás de la piedra y lo camuflaba. Algunos manipulaban los gorros que les habían entregado en Tacna, mientras recordaban lo importante que era portarlos siempre. Trelles les había advertido que ese sombrerito podía ser la diferencia entre la vida y la muerte en caso de que cayeran prisioneros. Una vez que Filomeno terminó su tarea, el Sargento se dirigió a sus hombres.

Hermanos, nos toca enfrentarnos al enemigo de nuestro Perú. No podemos fracasar. Los militares que fracasan, son héroes. Si fracasamos nosotros, somos safsas. ¡Fuimos nosotros quienes vencimos a Sendero! ¡Venceremos a Chile también! ¡Viva el Perú!

Sus hombres vivaron y procedieron a desplegarse. El grueso se escondió, mientras que una pequeña avanzada buscó un lugar desde donde podrían ver el resto de la pista. El sargento observó a sus soldados. Poco a pocos les aparecía el nerviosismo en la cara. Definitivamente había una gran diferencia entre gritar ¡Viva el Perú! ¡Muera Chile! en la comodidad de un pueblo alejado del frente de batalla, y estar ahí, esperando encontrarse con el enemigo. Y el sargento sabía que las cosas solo se pondrían peores de aquí en adelante.

No tuvieron que esperar mucho. A los cuarenta minutos, en la penumbra del atardecer, vieron las señales de la vanguardia, lo cual indicaba que se acercaba un blanco. Los hombres alistaron los viejos fusiles que les regalaron en Tacna y Filomeno sostuvo nerviosamente el celular. El sargento Páucar les instó a mantener la calma.

A medida que se acercaba, pudieron reconocer a su objetivo. Era un camión militar, viajando por su cuenta. Páucar lo observó detenidamente, así como Filomeno. Empezaron a divisar a las personas que viajaban al interior del vehículo: un chofer y dos pasajeros. El escudo del ejército de Chile también se hizo evidente. El camión bajó de velocidad para tomar la curva. ¡Ya! Todavía no, Páucar. ¡Ya, te digo! ¡Todavía! Don Pedro se desesperaba. No terminaba de confiar en Filomeno. ¡Carajo, Filomeno, haz explotar! Filomeno apretó el botón verde del celular. Llamando. Instantes después, en el momento exacto en que el camión pasaba al costado de la roca, hubo una gran explosión. La parte trasera se elevó mientras el camión se inclinaba sobre su lado derecho, antes de finalmente caer de costado y arrastrarse varios metros.

¡Adelante compañeros! ¡Rápido, rápido! Los soldados del pelotón auxiliar respondieron a la orden de su sargento y corrieron hacia el camión, algunos haciendo disparos al aire, simplemente por el gusto de hacerlo. Un soldado chileno se repuso rápidamente del choque y empezó a abrir fuego contra los de Uchullucllu, hiriendo a uno, pero fue silenciado por un certero disparo de don Pedro. Rápidamente rodearon el camión chileno y se acercaron a la cabina. Procedieron a sacar a los muertos de la cabina: los dos restantes habían muerto en el impacto. Cabo, sáquemelos a los muertos, tomen sus armas. Que los demás carguen todo lo que se puede cargar del camión. Rápido, rápido. Sí sargento.

Mientras sus soldados descargaban apresuradamente el camión, Pedro Páucar revisaba una de las dos armas que obtuvieron. SIG SG 540… Hizo algunos tiros de prueba, pero insatisfecho con la precisión del arma, y decepcionado por su pequeño calibre, se lo entregó al cabo para que lo distribuyeran entre la tropa. Hecho eso, se le acercó Filomeno. ¿Qué quieres? Sargento, hemos encontrado varias cajas de munición de mortero. ¿Pero han encontrado morteros? No, Sargento… ¿Entonces para qué nos sirven las municiones? Puedo armar más bombas improvisadas. Solo que tenemos pocos celulares. Muy bien. Cabo, que carguen la munición de mortero, que vamos a necesitar. Mándemelo un mensaje para Trelles, que hemos destruido el primer blanco enemigo y que tenemos para seguir peleando.

Mientras Páucar observaba el camión destruido, Filomeno aprovechó para tomar la –ahora famosa– fotografía con su celular. Inmediatamente la envió a sus compañeros en Uchullucllu.

Diez minutos después de que se alejaran los ronderos, llegó una patrulla chilena para averiguar lo que había pasado con el camión. Estudiaron los restos, y mandaron los primeros informes que desembocarían en la denuncia que aparecería en los titulares de los diarios chilenos. Los peruanos estarían recurriendo a los métodos del terrorismo no solo en el mar, sino en tierra también.

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7 comentarios:

  1. Interesante relato lo e espesado a leer y me a cautivado,llamado la atención, espero que gane Chile como siempre lo ha echo.

    saludos.

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  2. no le suelto el hilo!!...ojala termine con la intervencion de algun aliado peruano!

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  3. Qué terrible conjunto de errores, falacias y mentiras sobre la Segunda Guerra del Pacífico. Quienes quieran conocer la verdadera historia de esta guerra, y no esta antipatriótica y caviar versión, revisen mi texto en que lo cuento tal como fue:

    Las mentiras de McSutton

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  4. Felicitaciones, me parece un muy buen trabajo, y la verdad es que nos tienes expectantes.

    PD: Patriota peruano, que fácil es criticar no, porque no te das el tiempo de hacer algo como esto tu mismo, así tus criticas serian mas fundadas, por que como dice el refrán, Que difícil es crear y tan fácil es criticar.

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  5. Que terrible el Blog de "Patriota Peruano"... "patrioterillo" quedaría mejor, debe ser el único ser en el planeta que confunde la ficción con la realidad.

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  6. la ficcion tiene que tener visos de realidad...en especial una guerra...y la verdad como peruano....no veo ninguna entrada en que haya siquiera un acercamiento a la realidad peruana...deberian investigar mas la realidad peruana y hacer una historia consistente....

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