“Compatriotas: Ha llegado el momento del esfuerzo supremo. No permitiremos que nuestros enemigos nos invadan impunemente. Por ende, anuncio el Decreto de Guerra No 002, respecto de la movilización total. Para derrotar al agresor, necesitaremos todas nuestras fuerzas. En consecuencia, todos los adultos entre las edades de 18 y 65 años serán elegibles para la lucha, sin excepciones.”
Mensaje a la Nación del Presidente de la República
7 de abril, 2012
Oye compare, eso ya es enfermizo, deja esa huevada. Déjame en paz, ¿ya? Aquel 10 de abril, mientras iban al aeropuerto internacional Jorge Chávez en uno de los autos de la empresa, Maycol furiosamente revisaba su celular. Franco había sido soltado por el Ejército y había regresado al trabajo. Pie plano. Al enterarse del ascenso de Maycol primero se había molestado, y después le había explicado a su ahora jefe su interpretación de los hechos. Evidentemente no había sido ascendido por ser el mejor, no. El mejor era él, Franco. Lo que había sucedido realmente era que era el único que estaba ahí ese día, y que lo habían agarrado de cholito. Eso de ser el único jefe de área con sueldo de asistente y sin permiso de vacaciones durante la guerra era la lorneada máxima.
En su intento por demostrarle lo contrario hackeando los correos de Hoepken, Maycol se dio con la desagradable sorpresa de que no solo era cierto, sino que además él y Chiara prácticamente ya estaban juntos. Lo que más le vaciló a Franco fue la admiración que ella le profesaba a Hoepken por haber llevado adelante el “Proyecto M”, que le daría un vuelco decisivo a la guerra. Era todo un valiente. ¡Qué buena, huevón! ¡No solo te chotea olímpicamente, sino que tú mismo ayudaste a que te serrucharan! Jajajaja. Y ojo, lo digo en sentido amplio, nomás, porque ni cagando la hacías con la flaca esa. Acéptalo huevón, eres un loser, y siempre lo serás.
El aeropuerto era un loquerío. Tenían que embarcar personalmente las copias de seguridad del Proyecto “M” al extranjero, por si acaso. Maycol nunca había visto tantos “europeos” juntos que hablaran el castellano con tanta proficiencia y utilizando con tanta soltura términos como “’on”, “manyas”, “o sea” o “bravazo”, entre otros. El mágico pasaporte europeo los volvía inmunes a cualquier cuestionamiento por parte de los militares quienes nominalmente estaban a cargo de evitar que los soldados-ciudadanos de la patria huyeran del país. Casi daba la impresión de que en el Perú “casi todos son descendientes de italianos”, tal como le oyera decir alguna vez a Bianca.
Otros no tenían tanta suerte y tenían que “comprar” la complicidad de dichos militares, de manera que el aeropuerto parecía el Jirón Ocoña de antaño: fajos de dólares y soles circulaban libremente. Maycol y Franco vieron entre ambos grupos a un par de los directivos del grupo G-Y que, así como muchos otros, habían pedido “vacaciones” justo ahora. Cada cierto tiempo partía un camión lleno de hombres quienes, a falta de pasaporte extranjero o dinero, eran enviados a los cuarteles con el ominoso antecedente de haber querido “abandonar a la patria”.
Mientras esperaban, y como medio de evitar las invectivas de Franco, Maycol leía las noticias más recientes. Los chilenos habían rodeado Tacna, dejando aislada a su guarnición –compuesta de los remanentes de la 32ª brigada de infantería y de la 3ª brigada de caballería, más la 3ª brigada acorazada y la 5ª brigada de montaña. Las propuestas de armisticio chilenas involucraban la entrega del armamento de las fuerzas peruanas en la ciudad de Tacna, más la desmilitarización de Moquegua y el sur de Puno, mientras se le daba una “solución bilateral” –prescindiendo, evidentemente, del fallo de la Corte de la Haya– al asunto de la frontera marítima. Hasta que ello ocurriera, el ejército chileno ocuparía la región Tacna, y su armada patrullaría la zona en disputa. Esta propuesta había sido rechazada de plano por el gobierno peruano, lo cual había llevado al ministro de relaciones exteriores chileno a declarar a la prensa de su país que quizá, ante la intransigencia peruana, sería conveniente más bien intentar contar con el apoyo boliviano para solucionar el problema de su mediterraneidad.
Si bien la flota de superficie de la Marina de Guerra del Perú se había retirado para reagruparse, el hundimiento del tanquero Araucano también había descompensado a la Armada de Chile. A pesar de que ya era una unidad secundaria que estaba destinada al retiro, causó una impresión profunda y les obligó a operar de una manera mucho más cautelosa que aquella que hasta ese momento habían estado emprendiendo. Por ese momento, era la Armada de Chile la que patrullaba la zona disputada, pero las posibles consecuencias de un contraste en algún encuentro de mediana a grandes proporciones mantenían a ambas marinas en un estado de cautela. De cualquier forma, el comercio externo de ambos países ya estaba mostrando señales de problemas.
Hay ocasiones en que las coincidencias parecen ser completamente afortunadas. Justo cuando regresaba Franco con cara de haber preparado otra cosecha de burlas, sonó el celular de Maycol. No le había sido nada difícil acceder a los celulares de la empresa, particularmente al de Hoepken. Verificó que no fuera una llamada a Chiara –eso sí habría sido trágico– y le hizo una señal a Franco para que se mantuviera callado.
Aló tío. ¡Santiaguito! ¿Cómo estás, muchachón? No muy bien, tío. ¿Qué es esto que oigo que han escogido el proyecto de la competencia? Pucha, ¿qué quieres que te diga pues, Santiaguito? Los de la comisión son unos barateros inmediatistas. Pero tío, habíamos quedado en algo, ¿no? ¿Ahora qué voy a hacer? La casa en Asia se me va a quedar a medio hacer. Y tengo mil otros gastos urgentes. Hice lo que pude pues, sobrino. Pero no te preocupes, ya veré lo que puedo hacer. ¿Crees que he llegado a donde he llegado dejándome guiar por las reglas? Siempre hay algo a lo cual uno puede recurrir. Ten fe, Santiaguito. Ok, tío. ¿Está tu mamá por ahí? Claro, tío. Pásamela, que le quiero hablar de los pases para tus hermanos. Tú también tienes tu pase listo, Santiago, tú di nomás, y sales a donde quieras. Miami, Madrid, Montevideo. Gracias tío, pero los negocios son los negocios. ¡Jaja! ¡Has salido a tu tío! Bueno, de ahí hablamos, pásame con tu mamá.
Parece que lo de Hoepken se cayó, ¿no? Dale pues Monstruo, si más bien tú defiendes la patria, ¡ahí sí la haces con Chiara! ¿Podría ser, no? Oye huevón, realmente vives en un mundo de autoengaño, ¿no?
Hey bro, tambien soy escritor, me gustaron los relatos sobre una posible realidad alterna en una gerra con Chile. Sigue así, espero tambien publicar algun día mis relatos en un blog.Abrazos!
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