La guerra de 2012

La guerra de 2012 es una pieza de ficción serializada que se publica dos veces a la semana, los lunes y jueves. Se empieza leyendo las entradas más antiguas, es decir, por las entradas que están más abajo.

Entre el 24 de noviembre de 2009 y el 19 de febrero de 2010 se publicó la Primera Parte de la novela.

A partir del 4 de marzo de 2010 se publicó la Tercera Parte y la novela acabó el 20 de mayo de 2010 .

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Ahora que acabó la novela, cuál es tu personaje favorito?

martes, 22 de diciembre de 2009

IX. Aficionados



“La logística es el factor limitante de la guerra de blindados.”

-Heinz Guderian

En la madrugada del siete de abril, don Pedro fue en búsqueda de Jesús Trelles. Estaba preocupado porque después de su inicial entusiasmo, las realidades de la guerra se le presentaban más claras. En cualquier momento podrían ser sus muchachos quienes necesitarían rescate y atención por las quemaduras horripilantes que había visto el día anterior. Había llegado a la conclusión de que lo que requería su comité de autodefensa eran armamentos más modernos, misiles y esas cosas, así como entrenamiento, para poder derrotar en combate a los chilenos.

A pesar de las evasivas que recibió, finalmente pudo encontrar a Trelles en la calle. Estaba hablando con otros oficiales, mientras supervisaban la construcción de barricadas con carros. Después de la guerra, la asociación de vendedores de automóviles de Tacna declaró que fueron ellos mismos quienes voluntariamente pusieron sus mercaderías a disposición del ejército. En su momento, sin embargo, se tuvo que recurrir a más que una ligera coerción. Trelles vio a don Pedro y se excusó con los demás oficiales.

Don Pedro, el ejército ya está en deuda con usted, por el rescate que su comité de autodefensa nos pudo proporcionar ayer. Ustedes ya cumplieron con su patria, pueden regresen a Uchullucllu con la frente en alto. ¡Siempre subestimándonos! A pelear, hemos venido. ¿Pero cómo vamos pelear sin las armas comandante? ¿Sin las tácticas modernas? Cree que por venir de Uchullucllu no podemos aprender, pero sí podemos. No, no es eso, don Pedro. ¡Podemos apoyar a los tanques! Don Pedro, escuche, esos tanques con las justas sirven. Servirán para poco más que para hacerles gastar munición a los chilenos. Esos tanques son de cuando usted era joven, imagínese. Los chilenos tienen tanques mucho mejores. ¿Cómo que no sirven? Si no sirven, ¿cómo vamos a ganar? Sí pues, don Pedro, ¿cómo vamos a ganar? Nuestros tanques nuevos están en Lima, y no nos podrán ayudar por ahora. Además, nadie sabe con seguridad si esos podrán enfrentarse a los tanques chilenos. Si tratamos de pelear de igual a igual con ellos, estamos perdidos. Y parece que eso es lo que vamos a intentar… ¿En serio no podemos, comandante? No hay forma. Yo redacté una propuesta de guerra asimétrica hace algunos días, y se la presenté al despacho del general. ¿Asimétrica? Digamos, como los árabes. Asumir que uno se encuentra en inferioridad tecnológica y recurrir a tácticas y armamentos alternativos. La ventaja comparativa que tendríamos es que la diferencia tecnológica con Chile no es remotamente tan drástica como la que había entre EEUU y los árabes. En fin, nadie me va a hacer caso, usted ya sabe por qué. No es justo, comandante.

Pero olvídelo, como dijo un gran general gringo: “los aficionados hablan de armas y de tácticas, pero los profesionales hablan de logística”. Las guerras no se terminan de ganar en el campo de batalla mismo, sino con la logística. Pues comandante, si no podemos atacar las armas de los chilenos, entonces mi comité de autodefensa su logística se la va a atacar. Y de sorpresa.

Trelles le palmeó la espalda. ¿Desde cuándo nos conocemos, don Pedro? Muchos años, comandante, varios. Por favor, no se olvide de mandarle mis saludos a Hilda, a Luis y por supuesto a Carlos, que me tuve que ir de Lima sin poderme despedir. Descuide, don Pedro, fue muy injusto lo que les pasó. Hice lo posible, pero usted sabe cómo son las cosas. Pero espero que las cosas estén bien por Uchullucllu. No tan bien, comandante. Agua falta. Las plantas tienen sed. Los animalitos tienen sed. Pero no importa, pelear queremos, por Perú. Si los árabes sacaron a los gringos, a los chilenos los sacamos de Perú.

Llegaron a la avenida Celestino Vargas, que estaba bloqueada. Una gruesa columna de T-55 estaba partiendo de la ciudad, para desplegarse en los alrededores. Era la 3ª brigada de caballería. Nos van a barrer, como a las unidades mecanizadas de la Guardia Republicana afuera de Bagdad, en 2003. ¿No les ganaron los árabes a los gringos? Sí, pero en la primera invasión, intentaron resistir en campo abierto afuera de Bagdad. Más bien deberíamos redoblar las medidas para el combate urbano. Calle por calle, casa por casa.

El comunicador de Trelles sonó. Atención, atención, reportes de columnas de tanques chilenos cruzando la ciudad de Arica con dirección a la frontera. Alerta máxima. Don Pedro, parece que nos invaden. Vamos, lo jalo al cuartel, está cerca de donde están vivaqueando sus hombres. Vamos. Los alrededores del cuartel eran un hervidero de movimiento. Trelles vio que finalmente estaban desplegados los equipos antiaéreos 9K38 listos para enfrentar una incursión aérea chilena. Frente al jeep, estaba estacionado un camión rodeado de soldados confundidos que se aproximaron a Trelles en cuanto lo vieron. Mi comandante, hemos traído este cargamento de munición, pero nadie sabe dónde debemos ponerlo. Trelles revisó los papeles. Puta madre, ¿qué carajo es esto? Los morteros que usan esta munición ya han sido dados de baja. ¿Por qué chucha lo traen acá? No sé mi comandante, solo estamos siguiendo órdenes.

Un mayor del Servicio Jurídico del Ejército divisó a Trelles. ¡Comandante! Necesitamos terminar el papeleo de la expropiación de los carros. Está bien. ¿Qué se sabe? Los guardias en la frontera acaban de reportar que los Leopard han cruzado. Elementos de la primera brigada acorazada “coraceros”, apoyados por infantería del batallón mecanizado “Bulnes”. Trelles miró el inútil cargamento de municiones. Don Pedro murmuraba algo. ¿Qué dice, don Pedro? Se paró en atención. Comandante, si estos no le sirven, el comité de autodefensa de Uchullucllu pide que se los den. Buen uso, les daremos. Trelles estuvo a punto de darle otro discurso sobre cómo el armamento anticuado fue fatal para el ejército iraquí en 2003. Pero paró. Don Pedro, usted y sus hombres ¿están realmente dispuestos a pelear por la patria? Comandante, se le necesita adentro… Un momento, teniente. Va a ser muy peligroso, don Pedro, ¿realmente lo harían? ¡Sí! ¡Viva el Perú! Muy bien. Venga conmigo. Teniente, que guarden ese camión en el garaje y que lo camuflen. Lo vamos a necesitar. Tramítele un pase al señor, que lo estoy reclutando al ejército peruano con el rango de sargento. Comuníqueme con el técnico Salas. Si quieren guerra, guerra tendrán. Y usaremos todo lo que tenemos a nuestra disposición.

El sargento Pedro Páucar entró al cuartel a la misma hora que los tanques chilenos cruzaban la frontera. Finalmente se le reconocía como par.


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4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. es simpático tu texto, pero deberías, juntar un poco mas de información técnica, informar con un poco mas de detallismos, las "noticias" que le dan a tus carácteres, ya que los lugares, en que se informan, o se maneja, dan como para un poco mas de tecnisismos, la via que tomaste para este último tramo está bien, le podría dar el toque humano a toda la trama, pero piensa igual, que este tipo de tema lo leen gente un poco mas especializada, y le gusta un poco el tema de tecnisismos.... aparte de eso, vas muy bien, se necesita agallas para recibir tomatazos de buenas a primeras...
    suerte

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  3. bien hombre me gusta el texto aunque me tinka que los peruanos de alguna forma ganan.................. jajajajajajja
    bueno igual me gusta es un buen relato bien por la iniciativa,en todo caso es poco probable que los ataquemos alguna vez, los chilenos no somos tan malos y no les tenemos rencor.

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  4. estoy prendida y hiervo, paso al siguiente post

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