La guerra de 2012

La guerra de 2012 es una pieza de ficción serializada que se publica dos veces a la semana, los lunes y jueves. Se empieza leyendo las entradas más antiguas, es decir, por las entradas que están más abajo.

Entre el 24 de noviembre de 2009 y el 19 de febrero de 2010 se publicó la Primera Parte de la novela.

A partir del 4 de marzo de 2010 se publicó la Tercera Parte y la novela acabó el 20 de mayo de 2010 .

Para leer desde el comienzo, haga clic acá.

Ahora que acabó la novela, cuál es tu personaje favorito?

jueves, 18 de marzo de 2010

V. Detección



El cuchillo se clavó en medio de la foto. ¿Un poco estereotipado, no capitán? El sargento primero, quien acababa de entrar al puesto, recibió una mirada glacial de parte de Grimaldi, mientras este sacaba el arma de la foto. La famosa foto de don Pedro. Se estaba dando un combate feroz en las inmediaciones de Sama y su unidad estaba siendo mantenida como reserva. Con su capacidad aerotransportada, aquellos elementos de la brigada de operaciones especiales Lautaro a las cuales pertenecía Rodrigo Grimaldi, eran ideales para desplegarse en corto plazo a las zonas amenazadas. Dicen que lo único más enervante que el combate era esperar entrar en acción, y él estaba completamente de acuerdo.
Le habían descrito lo duro que era el combate en lo que quedaba de la ciudad de Tacna. Los equipos de infantería que la iban barriendo, calle por calle, cuadra por cuadra, se enfrentaban a unos defensores ferozmente determinados. Todo debía hacerse de manera meticulosa, el mínimo error era fatal. Dando buen uso a la mercadería disponible en la ciudad, los peruanos habían establecido una red de cámaras con la cual vigilaban los movimientos chilenos, y utilizaban la información para activar remotamente coches-bombas u otros dispositivos explosivos improvisados. Cuando los equipos de desactivación se acercaban a anular aquellas bombas que habían sido detectadas, los francotiradores intentaban eliminarlos. Era una molienda de carne, y todo por culpa del gobierno. Si por él fuera, deberían simplemente bombardear a los peruanos con artillería y esperar a que murieran de hambre.
Las horas pasaban. A lo lejos se oía el retumbar de artillería. Una compañía recibió órdenes de embarcarse en sus Eurocopters y se dirigieron hacia el flanco izquierdo del dispositivo defensivo. Se había detectado un movimiento peruano por la zona. Una ruptura del frente en esa zona tendría consecuencias nefastas. Su compañía, sin embargo, debía seguir esperando.
Esperar le revolvía el cerebro. Las implicancias de lo que le había dicho el médico le rondaban la cabeza. ¿Cómo podía ser eso cierto? Imposible. Su padre y él eran como dos gotas de agua. Idénticos. Menos mal que el acceso al correo electrónico estaba medio caído en Chile, porque de otra manera estaría tentado a escribirle para preguntarle si era verdad. Mejor ni pensar en eso. Pidió una Humvee y se fue de patrulla con el sargento y unos soldados. Cualquier cosa era mejor que estar en el puesto, a la expectativa.
No había pasado ni una hora cuando oyeron una explosión a su derecha, pero demasiado lejos como para hacerles daño. Grimaldi dispuso a sus hombres en una posición defensiva primero, y ante la ausencia de un ataque insurgente, dio orden de investigar la causa. En efecto, un artefacto explosivo improvisado, como el que usaban los terroristas. La cantidad de sangre salpicada en las rocas circundantes y la tela calcinada, sin embargo, sugerían que la bomba se activó prematuramente, matando al bombardero. Imbéciles.
Una búsqueda concienzuda de los alrededores reveló una pista que capturó la atención del capitán. Un mapa, muy rudimentario, retrataba la zona de operaciones. Las marcas en este indicaban que los ronderos estaban organizando su propia contraofensiva. El punto de reunión iba a ser un lugar denominado La Quebrada de los Muertos. Muy bien compañeros, haremos que ese lugar merezca su nombre.
*****
Maycol llegó como siempre a su cuarto y prendió la computadora. Revisó la actividad del ataque y verificó que todo iba viento en popa. La cantidad de usuarios que habían instalado el software había ido aumento geométricamente. Llamó a Enrique para avisarle que todo estaba en orden y que podía retirarse. Extrañamente, no contestaba.
Decidió distraerse viendo las noticias. Maycol pudo ver los últimos instantes de una conferencia de prensa que desde el frente estaba dando un general, de nombre León. ...como hemos visto, a pesar de las dificultades, nuestra ofensiva está acumulando unos éxitos impresionantes. Todo esto se debe al cuidadoso planeamiento del Ejército del Perú y de sus altos mandos. Muchas gracias, que Dios los bendiga y que viva el Perú. Maycol se sintió entusiasmado, ahora sí las cosas iban bien.
Revisó el desarrollo de los otros frentes. En toda apariencia, había habido un combate naval feroz. Los detalles eran aun bastante imprecisos, pero al parecer había sido un encuentro al que ambas flotas enviaron todo lo que tenían a su disposición. Los misiles empezaron a volar desde antes del amanecer. Harpoons, Exocets, Otomats. Los habitantes de las costas aledañas describieron explosiones y cómo las unidades navales lanzaban lo que parecían ser fuegos artificiales. Se sabía que los submarinos también habían participado, pero su papel aun no quedaba muy claro. Las bajas fueron muy fuertes para ambos bandos. Fuera de acción quedaron, por parte del Perú, las fragatas Aguirre y Bolognesi, y las corbetas misileras Velarde y De los Heros. Dañadas, pero operativas, quedaron las fragatas Palacios y Carvajal. Por su parte, los reportes indicaban que entre los chilenos fueron sacadas de combate las fragatas Prat y Williams, y las lanchas misileras (más o menos equivalentes a las corbetas peruanas) Riquelme y Serrano. La identidad de las unidades chilenas dañadas aun no se confirmaba. Se decía incluso en algunos foros que cuando se empezaron a quedar sin misiles, las flotas se acercaron a rango de cañón. El Grau se hizo extrañar.
Era difícil encontrar información en la Internet desde Chile respecto de la batalla. A pesar de sentir la ansiedad producto de la falta de datos, Maycol estaba satisfecho. Con que su blackout cibernético durara 24 horas más, ya había hecho bastante.
Hubo de interrumpir su lectura. Afuera, en la avenida, había un gran barullo de gritos y bocinas de autos. Salió a la puerta de la pensión para ver a qué se debía. Al parecer, las noticias del día habían surtido efecto. Cual hinchas de fútbol, la gente de su barrio estaba celebrando con banderas y arengas. Incluso habían sacado en andas una imagen de San Judas Tadeo. Maycol salió a comprar un par de anticuchos y participar de las festividades. En esos días, cualquier buena noticia debía ser festejada. Hasta los serenos de la municipalidad participaron. Después de un rato, regresó a su cuarto. El monitoreo del ataque seguía siendo prioritario.
De pronto decidió echarle una mirada a su celular. Había un mensaje de Enrique, de hacía como una hora. En medio del barullo, no había oído la notificación. ak hay unos chilenos q t stan buscando.




3 comentarios:

  1. Lastima, no sirve ya de nada estires tanto el descenlace por lo que por mi respecta ya me aburri suerte!

    ResponderEliminar
  2. Mc Sutton la estas haciendo ya muy larga, hermano a este paso para entrar a Santiago nos vamos a demorar mas de 2 años.
    Y porqué no citas: el numero de las bajas en ambos lados, los leoparditos chilenos en que quedaron dieron batalla o se desarmaron solos?
    Y el arma secreta? que fue? supongo minimo los Sukhoi SU-35.
    Por lo demás Saludos

    ResponderEliminar
  3. Asu, la gente se impacienta con facilidad, cómo responderá Profesor Mc Sutton ante la demanda de sus lectores?
    Estoy tratando de ponderme al día con los capítulos, sobre todo ahora que ha empezado el semestre académico, y como pocos saben que usted además de escribir aquí dicta clases en la universidad, quizá por eso las tardanzas; pero bueno, yo igual le leeré.
    Viele Grüsse, mein Herr
    Jaira Jones

    ResponderEliminar