Bernarda Rojas no sabía qué tan en serio tomar las últimas cosas que le habían ocurrido. Decidió enfocarse en el trabajo. En cualquier caso, estando “embedded” con la Armada de Chile, se sentía bastante segura de que nada le ocurriría, por lo menos en ese respecto. Esa madrugada, sin embargo, algo diferente estaba ocurriendo. La base naval de Iquique empezó a hervir de actividad súbitamente. Su liaison, el teniente Aranda, pasó por su habitación para informarle que todo el personal asignado a la Almirante Latorre, ella incluida, tenían órdenes para reportarse para una partida inmediata. Los peruanos estaban presentando batalla, finalmente.
Rojas esperaba ansiosa recibir información. Como periodista civil, no le estaba permitido estar presente en los reportes de situación. Como siempre, tendría que esperar que Aranda le brindara la información que la Armada consideraba pertinente que trascendiera. Era frustrante, y de alguna manera sentía que se le estaba coactando su libertad periodística, pero era la única manera de reportar lo que acontecía en el frente naval. Cualquiera podía –a su propio riesgo– internarse en el desierto peruano a tomar fotos, pero el océano Pacífico era otra cosa. Siguió esperando. Nunca había oído los motores de la Latorre andar con tanta fuerza.
Finalmente llegó el teniente Aranda a su cabina, visiblemente consternado. Cuénteme teniente, ¿qué pasa? Es toda la marina peruana, señorita. Ocho fragatas, seis corbetas y una cantidad indeterminada de buques adicionales. ¿Toda la marina? Chuuta… ¿Podremos con ellos? Habremos de confiar en nuestro entrenamiento. Los peruanos también son bravos. Estamos yendo a toda máquina para participar en el combate. ¿Y la FACH por qué no los hunde, como al crucero? La FACH está sobreextendida. Los peruanos están lanzando un contraataque contra Tacna, y parece que la FAP quiere regresar a los cielos. Además, esa concentración de buques peruanos también tiene buena defensa antiaérea. Pasó otro oficial, quien le habló al oído. Hemos adquirido un blanco, venga, suba a cubierta.
Subieron rápidamente. El resto de la Armada ya está entrando en acción contra los peruanos. Vamos a lanzar un misil Harpoon. Ella miró por sus binoculares. No veo ningún buque peruano. No, el misil tiene capacidad de adquirir blancos más allá del horizonte. Con un gran destello de luz y humo, el Harpoon fue lanzado desde la cubierta de la Latorre, y enrumbó hacia el norte, volando al ras del mar.
En efecto, en apoyo de la contraofensiva peruana, la Marina de Guerra del Perú lanzó una operación arriesgadísima: desembarcar fuerzas tras líneas enemigas. Se jugó el todo por el todo, comprometiendo todas sus fuerzas de superficie. Además, los seis submarinos de ataque ya estaban en la zona al acecho de buques enemigos. Repletos de infantería de marina, los seis buques de desembarco anfibio avanzaban también. Para las tempranas horas del 23 de abril de 2012, los radares de a bordo y aéreos de ambas fuerzas navales ya se estaban detectando mutuamente. Poco después empezaría un intercambio de misiles feroz. Bernarda Rojas se persignó y encomendó a la virgencita. Rezó con convicción.
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No es como antes, Páucar. De cualquier lado pueden venir. ¿Cómo los vamos a detener? Don Pedro volvía a escrutar el lugar donde se había llevado a cabo el combate. Tres rondas, enteritas aniquiladas en un solo día. Filomeno le mostró los casquillos que sus hombres habían recolectado. Arriba, detrás y de frente. Cualquier grupo mediano nos lo ven desde aviones, y después mandan sus helicópteros y nos los matan.
Don Pedro volteó a mirar a Julio, cuyo hermano había muerto en el combate. Ay, papá… el Alfredo tenía mujer, guaguas. ¿Ahora cómo voy hacer? Ni para mi mujer y mis hijos me alcanza. ¡Cómo me voy a llevar el cuerpo! No quiero que se lo coman los gallinazos. Páucar dejó que desahogara un poco más. Julio, el Alfredo se nos murió peleando como hombre, no me lo llores como mujer. Tienes que seguir peleando, y vamos vencer a los chilenos. Cuando acabe la guerra, iré de nuevo a Lima. Y esta vez no se pueden hacer los locos. No va ser como cuando Sendero, lo prometo. Esta vez sí nos van dar pensiones como merecemos, por combatientes. No vamos a tener que vender las tierras.
Retomó la conversación anterior. Soluciones, Filomeno, soluciones. A ver, podemos hacer grupos más pequeños, para que no los detecten. Más camuflaje. Será más difícil mantener control sobre tantas unidades chiquitas, y no podremos emboscar patrullas chilenas grandes, pero creo que no hay otra opción. Si no, nos barren, Páucar. ¿Y así, cómo vamos a ganar? Bueno, podemos seguir poniendo algunas bombas aquí y allá, y usar francotiradores… pero no hay tanto que se pueda hacer.
Era muy difícil para Pedro Páucar. Filomeno le había relatado que las fuerzas peruanas estaban lanzándose al contraataque, por tierra, mar y aire. Eso era bueno. Había para él, sin embargo, un grave problema. En vano no habían muerto centenares de ronderos en el último par de semanas. Pero si la guerra terminaba con ellos reduciendo sus actividades contra el invasor se corría el riesgo de que en efecto todo hubiera sido en vano. En la post-guerra terminarían olvidados, como siempre. Por otra parte, había que distraer todas las fuerzas chilenas que se pueda. Se requeriría un sacrificio aun mayor, espectacular. Mejor aun, una victoria. ¿Siempre es igual, Filomeno? Así parece. Yo haría lo mismo si tuviera lo que ellos tienen. Sí, sí. Bien, ¿y cómo andamos de explosivos? Harto explosivo, de eso no hay problema. Cables, también. Se me ocurre una idea diferente, Filomeno. Trae a Malqui también, vamos a discutirlo.
Ambos oyeron con atención el plan de Páucar. Don Pedro, es muy arriesgado. Malqui, no seas mal-agüero. Suena espectacular. Se puede hacer, Páucar. Correrá mucha sangre. Idealmente más sangre chilena que peruana. Procedemos entonces. Malqui, que me encuentren el lugar ideal para el plan. Poma, coordina con las demás rondas. Que me seleccionen los mejores tiradores también. Malqui, ¿ya aprendiste a usar la cosa esa? Sí, don Pedro. Bien, lo vamos a necesitar.
Recuerden que la Marina peruana ha adquirido recientemente 2 aviones de exploración y patrullaje Maritimo a Hollanda Fokker-60, cada avión está equipado con un radar de alta resolución ISAR con capacidad de detectar blancos navales a 222 kilometros de distancia.
ResponderEliminarsimilares a los orion q opera chile desde la decada de los 90 y a los persuader q recien estan llegando??? q bueno
ResponderEliminarYa estamos Lunes pq no publicas la siguiente entrada???
ResponderEliminarMe parace que el autor debería publicar las entradas como antiguamente lo hacia, mas temprano, antes se las podia encontrar desde la mañana, ahora es la tarde y aun no sale la nueva entrada =S
ResponderEliminarSoy de chiclayo-Perú
ResponderEliminaroe man , no es por apurarte pero ya es hora q publiques la siguiente entrada. Derepente no tienes tiempo pero si te has comprometido hacer algo hazlo bien asi no te paguen nada , pero sta tu palabra de x medio.