Dieron las cinco de la tarde del 23 de abril y Maycol se levantó de su escritorio. Había estado monitoreando la actividad del ataque contra Chile, y las cosas iban bien. La medida que tomaron para aumentar el reclutamiento había dado excelentes resultados. Básicamente, el ataque consistía en que tantas computadoras intentaban acceder de manera simultánea a los servidores chilenos seleccionados, que terminaban colapsando. Maycol también había realizado algunos ataques más “quirúrgicos”. Después de la guerra, los chilenos contaron que el efecto fue de lo más perturbador. Las redes de telefonía celular colapsaron y el acceso a internet fue intermitente. Chile regresó a la década de 1980. Algunos creyeron que había habido otro terremoto. La bolsa de comercio de Santiago tuvo que cerrar, y la ya sufriente economía chilena sufrió un duro golpe. El mismo suministro de electricidad sufrió cortes.
Maycol había dado buen uso al poder de procesamiento de los servidores del grupo G-Y. Los algoritmos por él dispuestos detectaban los “mirrors” que iban improvisando los chilenos y comandaban a la gigantesca horda de computadoras zombie a que atacaran los nuevos servidores. Asimismo, entre Maycol y Enrique se mantenían atentos frente a otras contramedidas que aparecían, y utilizaban todo su talento para contrarrestarlas. Llegada esta hora, Enrique se quedaría en la oficina supervisando el ataque hasta que Maycol llegara a su domicilio y pudiera relevarlo desde ahí. Franco... pues también se quedaba hasta tarde en la oficina, pero por otras razones. Viviendo son su madre, había cierto tipo de páginas web que no podía ver en casa.
Maycol se encontró en el ascensor con Chiara. ¿Qué tal? Ah, bien, bien. ¿Qué complicada la situación, no? Sí pues. ¿Qué irá a pasar ahora? Quién sabe. Tienes razón, Maycol, quién sabe. Bueno, ya estamos al habla. Ahí nos vemos. Salió antes que Chiara y se dirigió a la salida. No era tan común para él, salir de la oficina cuando el sol todavía no se había puesto. Cruzó Canaval y Moreyra a su propio paso, incluso haciendo que los autos bajaran de velocidad. Hoy era invencible.
Oyó el claxonazo detrás de él, y se volteó para insultar al chofer. Más bien vio que el ataque sonoro no estaba dirigido a él, sino a Chiara, quien corría despavorida ante la 4x4 negra que casi la atropelló. ¡Oe huevón, fíjate donde manejas! Oye cholito, no jodas. Ya, ya, zafa, antes de que te saque la mierda. Ah, ¿muy machito eres? Si tan macho eres, ¿por qué no estás peleando con los chilenos, ah? Fuera huevón, a la guerra no va gente como yo, ¿manyas? Los otros cuatro pasajeros miraban impasiblemente el intercambio. Maycol le dio otro golpe al auto y se retiró para ver a Chiara. ¿Estás bien? Sí, gracias. Chévere. Ahora zafo, nos vemos mañana. La 4x4 siguió tranquilamente a su destino.
Poco sabía Maycol que en realidad había echado a andar una serie de acontecimientos que culminarían en su muerte en la dantesca batalla de Mega Plaza. Aun hoy, cuando algún local del centro comercial se renueva, se siguen encontrando casquillos ahí.
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Grimaldi decidió no pensar mucho en eso y concentrar su ira en los insurgentes. Eso es lo que habría hecho su padre. Le ordenó a su unidad que volviera a revisar su equipamiento y se asegurara de que todo estaba funcionando correctamente. La muerte de tantos soldados chilenos en sus ataques no quedaría impune.
En medio de todo, estaba satisfecho. Ya era hora que se tomaran en serio la amenaza de los insurgentes. Compañeros, nuestros hermanos han estado sufriendo ataques cobardes de estos indígenas, que no se atreven a pelear como hombres. Ahora nos toca escarmentar a estas gallinas. Los obligaremos a dar la cara, para que sepan quién manda. ¡Viva Chile! ¡Viva Chile! Aquel 22 de abril abordaron sus Eurocopter AS 532 y partieron en dirección norte, hacia las serranías.
Estaba consternado por las últimas noticias. Del frente, sabía que los peruanos estaban concentrando fuerzas en Locumba. ¿Podrían quebrar la resistencia de las fuerzas de cobertura? No, creía él. El profesionalismo chileno y su superioridad tecnológica estaban fuera de toda duda. Un nuevo laurel se agregaría para acompañar los de Arica, Lima y tantos otros. Lo que sí le preocupaba era la operación que se estaba iniciando en Tacna misma. ¿Un ataque sobre la ciudad misma? Bien había dicho su padre: todos los civiles se creen generales, y no sirven ni para gobernar. Pero ahora a los políticos de La Moneda se les había metido la idea de que dar por finalizada la guerra ahora, en plena contraofensiva peruana, y retirarse sin haber destruido los restos de las fuerzas en Tacna podría ser percibido como una derrota. Seguro estaban pensando en las elecciones de 2014. Civiles.
No pasó mucho tiempo hasta que llegaron al punto designado. En efecto, se veían restos de un campamento insurgente. No podían estar muy lejos. Grimaldi dio órdenes para que los helicópteros emprendieran la búsqueda en diferentes direcciones. No iba a permitir que escapen. Una sonrisa se dibujó en su cara cuando el tercer helicóptero les transmitió que estaba bajo ataque de armas cortas. Perfecto.
No era el talento táctico de Grimaldi el que era cuestionado. Llegó con el otro helicóptero a la locación y evaluó la situación. En efecto, unos veinte insurgentes. Atrapados como ratas. Dispuso que un pelotón se desplegara de manera que les cortara la única vía de retirada, otro se ubicaría a las alturas dominando el campo de batalla, mientras que el tercero, que comandaría él personalmente, “fijaría” las fuerzas enemigas. En el escarpado territorio andino peruano, el despliegue de las tropas en tierra era cosa complicada. Grimaldi vio complacido cómo el entrenamiento de sus lautarinos en el descenso en rápel rendía hermosos frutos. En sus ojos, casi una obra de arte.
Los insurgentes fueron despachados rápidamente. Tal como sabía Grimaldi, obligados a una pelea abierta, no tenían ni los medios ni entrenamiento para enfrentarse a las fuerzas especiales de Chile. Pero pelearon con desconcertante desesperación, incluso llegándole a herirle a un par de lautarinos. Solo dos fueron prendidos vivos. Sacó su CZ-75 y la apuntó a la sien de uno de los prisioneros. Le habló al otro. ¿Quién es el mandamás? De veinte en veinte, no acabarían nunca: sabía que la forma más efectiva de acabar con terroristas era decapitar su liderazgo. Se llama Páucar, papá, Pedro Páucar. De Cuzco, es. Muchas gracias, amigo. Ejecutó al primero, y le apuntó al que había hablado. Por cierto, no soy tu padre, cholito de mierda. Disparó. ¿Qué miran, carajo? ¡Son terroristas, por la puta madre!
A ese Grimaldi no lo tendria en mi escuadron, realmente no se comporta como un oficial y caballero del aire.
ResponderEliminarMe parece que habra un desmbarco en Lima fuerzas especiales, el megaplaza ofreceria un blanco muy blando para defender y muy tentativo de atacar para sembrar terror.
Saludos
Loco Immelmann
Poco sabía Maycol...
ResponderEliminarLittle did he know...
Loco Gulp.
El narrador de esta historia será chileno?
ResponderEliminarTodos los analistas internacionales coinciden en que es practicamente imposible que se de una guerra entre Peru y Chile porque ambos países saben que en caso de declararse una guerra total el que invade pierde.
Saludos.
Divertido el ejercicio. Ademas, mos da la ocasion de sacarnos un recuerdo penoso de encima: la guerra de 1879. Sospecho que apuntas a que los peruanos ganan por la capacidad y la astucia en el nuevo terreno militar: el ciberespacio. La mente crea y la realidad le sigue, es probable que las nuevas guerras se peleen alli, pero... ¿no seria mejor imaginar un mundo que deja de necesitar guerras? Por lo demas, 2012 esta aquicito nomas ¡Socorro!
ResponderEliminarDéjame felicitarte, que bueno que está tu blog los temas tienen la información exacta que me interesa, sigue posteando más sobre estos temas.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Hola estuve revisando tu blog y me parece muy interesante y entretenido, sobre todo que la información es detallada y precisa, espero que sigas posteando más temas para informarnos y comentar.
ResponderEliminarSaludos.
¿exacta? ¿precisa? ¡es ficción!
ResponderEliminarLoco Gulp
No se pero noto una pronunciada intención de menospreciar las capacidades de los ronderos (sera porque son cholitos) pero una vez mas te invoco a investigar las verdaderas capacidades de estos, y no te limites a informes establecidos, contáctate con personas que pertenecieron , alas CAD, DECAS. AUTODEFENSAS DEL TULUMAYO, CECONSEC , FECONACA , y otras rondas antisubversivas que existieron y aun existen porque nadie a podido convencerlos o conminado que entreguen las armas.
ResponderEliminarEstoy seguro de que en un enfrentamiento así no sería el resultado, por más lautarinos que fueran los chilenos, recuerda que en la guerra interna en el Perú los que iban al frente en as patrullas eran los ronderos el mismo ejercito lo admite y aun siguen aquí.
Saludos
la unica y gran diferencia entre el fokker peruano y los orio y persuader, esque los chilenos pueden lanzar miles AGM-84 Harpoon y torpedos MK-46, con un alcanze de este misil de puede destruir desde el aire un blanco arriba de los 100 km, y recordemos que la AAA de los buques peruanos no superan los 20 km.. osea un blanco mas que facil :P
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